BCCCAP00000000000000000000753
36 FR. EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA cosas como las que yo le decía. ¡ Si las hubiera conocido ant<"s l nJesús la hizo una amorosa visita, la visita última del Viático; y entonces debió de comprender ella ,que hay. velando siempre por nosotros, pero casi siempre desatendido, un Corazón adora– ble que nunca abandona... , que es el único que nunca abandona, aun cuando todos los demás se den por cansados o se retiren. Al -comprender esta fundamentalísima verdad, tuvo que sentir ella una extraña mezcla de gozo y pena: gozo, por haber en– contrado al fin lo que su alma inconscientemente buscaba; pena, por haberlo encontrado demasiado tarde ya para rehacer su pobre vida... Había dado con El ((a tiempon para pasar la gran frontera en dulce seguridad, bajo la luz de un r.a,yo de esperanza ; pero ((sin tiempoll para hacer algo por EL.. Nada me dijo, mas estoy seguro de que la pobrecilla hubo de sentir hondísimo des– consuelo, viendo casi completamente perdida su breve existencia en el mundo, aquella su existencia que hubiera podido ser tan bella y tan valiosa, si hubiera sabido orientarla de veras hacia el Unico que tiene derecho a llevarse siempre lo mejor de nues– tro ser. ll ¡ Pobre joven! Sus últimas horas fueron cristianas y muy dignas. Vió venir a la muerte, y la recibió sin una agitación... , con todas las señales de una predestinada... No me cabe duda de que su alma ya es enteramente feliz en las ·altas mansiones de la Verdad y del Amor. En cuanto a sus despojos, podéis suponer que reposan humildes, y esperan la resurrección, a la sombra de una pob1e cruz. Para su tumba no hubo lá,pida de mármol; quizá no haya habido ni flores que se inclinen sobre ella al agitar su talle la brisa del atardecer. ¿ Qué le importa al mundo de todo eso? nEl mundo seguirá rodando ... ; la sociedad, paganizada, se– guirá profanando y destrozando existencias y más existencias de incautos hijos de Dios... , sin tener quizá después un solo re– cuerdo para las pobres víctimas de sus mentiras. nYo, cada ;vez que me ,acuerdo de aquella destrozada mujer– cita, pienso con tristeza: ¡ Cuán precioso a los ojos de Dios Y· bienhechor para los prójimos hubiera sido su paso por la tierra, s1 alguien le hubiese dicho' a tiempo la verdad sobre la vida l n Un doloroso si-lencio cayó sobre toda la reunión al concluir
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz