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32 FR. EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA elemental instmcción ,cristiana no saben dar a su vida el hermo– sísimo valor ~ sentido rque Dios tiene derecho ,a exigir... » La voz del P. Fidel se había hecho extrañamente cálida e in– sinuante. Las cosas que iba diciendo le salían muy de lo hondo. Al h?tblar, apenas miraba ,a sus oyentes; sin rigidez alguna dirigía algunas veces su vista hacia adelante, hacia un punto indeter– minado, como quien mira sin ver, porque los ojos inter,iores del espíritu están absortos en la observación de muy otr,os pano– ramas. -Yo intento deciros la verdad, sólo la verdad, la verdad más fundamental y más bella : la que nos enseña a vivir en la línea de Dios. Y ¡ quién sabe si al contacto con ,la verdad, algún alma de las aquí presentes despertará del fácil sueño de la disi– pación o de la indolencia para lanzarse sonriente hacia la altura ! Yo no v,oy ra transformaros, qrue esa es una ·tarea intransferible– mente personal ; pero sí puedo ser la voz que os sacuda espiri– tualmente, lanzándoos a una venturosa ,empresa de transfor– mación. Varias de vosotras conoceréis seguramente una hermosa rima de Gustavo Adolfo Bécquer, una rima que nos viene muy bien ahora. Escuchad: Del salón en el ángulo oscuro, de su dueño tal vez olvidada, silenciosa y cubierta de polvo, veíase el arpa. ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas, como el pájaro duerme en las ramas, esperando la mano de nieve_ que sabe arrancarlas! »A alguna de las que aquí estáis ¿ no podrá ,aplicársele muy bien esta rperqueña anécdota del ar¡pa de Bécquer? Vuestra alma juvenil es como un instrumento maravilloso, capaz de producir muy concertadas notas de la más alta música divina y humana. Por ,amor de Dios, y en servicio de nuestros prójimos, podéis hacer tantas cosas bellas con vuestra juventud... «j Cuánta nota dormía en sus cuerdas!>> suspiraba el doli,ente poeta sevillano. ¡ Cuántas posibilidades de elevación y de heroísmo duermen en
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