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TEMPORAS DE PRIMAVERA 31 trabando», y rem.:mciando frecue,nternente a esto y a lo otro que a él se le habn2. de ocurrir, o que tal vez pr.oyectarían ellas m1•smas... El P. Fidel no ipodía quejarse. de la a,tenci6n que mostraban sus oyentes ; pero corno tenía un afán quizá exagerado de pul– critud, de decir las cosas bien, mientras hablaba .Je 1acometía de cuando en cuando una inte.rior desaz6n, por creer que las pa· labras no le salian ,como él hubiera querido : temía estar hablando sin' ,gracia, r•epitiendo c,osas, o diciendo torp.ernente pequeñas vulgaridades que no podían despertar interés alguno en ,quienes estaban escuchando ... , las cuales acaso s6lo deseaban que ter– minara de una -vez. Per.o las ,chrcas no daban rnuestI"as de cansancio, y sí de atenci6n. Superadas las explicaciones preliminares, difíciles y enojosas por no poder pr,esentar un programa sugestivo y con• crefo, el P. Fickl entr6, por dedrlo así, «•en materia», en el t•erreno donde é~ se movía con sentida seguridad. -Siempre me ha ilusionado enormemente el poder trabajar para que la juventud sea algo muy hermoso al servido de Dios. »La juventud tiene no pocos defectos. indudablemente ; pero ¡ cuánto se puede esperar de ella, si se logra que abr,ace con entusiasmo el heroísmo del bien ! Esto es predsamente lo que . . . yo qms~era conseguir... »Sé que nada haremos si nos falta la gracia de Dios; pero yo ·cuento con esa 1gracia. Antes de decid[r,rne a dar este paso, he rogado mru•:::.ho ... Al Señor, y a su Madre y Madre nuestra del cielo. He protestado de mi recta intención de procurar tan sólo su gloria y vuestro bfon. He tratado de encontrar en presencia de Ellos los pensamientos y palabras que más a lo íntimo puedan llegaros a vosotras ... Y me parecía sentir corno un susurro, inde– finible, que fuera diciendo en mi inteúor: Háblales de la vida, y del amor, y del ideal... Saben te6ricamente para qué están en el mundo, y ,lo que deben hacer en ,él. y cuál es el mejor empleo de su juventud ; ipem 1Ias envuelve una atmósfera llal de bri– llantes engaños, de vanidades seductoras ; escuchan y ven tantas cosas que produoen agradables mareos al espíritu y le hacen perder la rigurcsa perspecti~a de la verdad, que a pesar de su
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