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28 FR. EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA con temperatura de auténtica primavera, el vivir, actualmente algo reumático, de esta querida Orden Tercera Franciscana que tanto esplendor alcanzó en tiempos pasados. Os digo también (y esto en confianza} que si ahora me pusiera a organizar algo con los chicos, encontraría menos dificultades para mis proyec– tos por parte de los Superiores-lo que ,encuentro perfectamente e:xlplicable-. Pero no me he decidido a empezar por ellos, porque tengo prisa, porque me urge hacer algo muy pronto. Para movilizar un grupo sólo regularcillo de muchachos, tend;ía que emplear unos cuantos meses, pues no contamos actualmente en la Orden Tercera ni con cinco chicos jóvenes de quienes echar mano: ¿ cómo conquistar en seguida a los que están lejos y fríos, y foguearlos lue,go para lo que yo pretendo o estoy so– ñando? Los ya piadosos y aficionados a ·cccosas de i.glesian per– tenecen casi todos a las asociaciones juveniles constituídas ; los otros... no suelen pensar que la juventud deba emplearse en tareas de espiritualidad. Y unos y otros encuentran, de seguro, que esto de la Orden Tercera, con sus llamativos cordones y escapularios, es de marca poco actual ; tolerable a lo sumo para señoras vestidas de negro y para hombres que sólo piden a la vida un poquito de calor en casa, un par de horas buenas para tomar el sol con sus amigos, y su parte de banco en la iglesia para desahogar en rezos su otoñal desengaño de todo. No; no puedo, no quiero acometer primero 1a tarea de formar un grupo juvenil de muchachos, porque me consumo de impaciencia por actuar. Vosotras, en cambio, sois ya un grupo numeroso dentro de la Hermandad ; estáis animadas de las mejores disposiciones, y así podemos empezar en seguida. ¿ No creéis también-añadió ligeramente humorístico el P. Fidel-que ccellosn vendrán más fácilmente, y en mayor número, cuando vean que han de tener al lado una pequeña tropa de cchermanasn sonrientes, simpáticas y tal...? La reunión de aquella tarde dominical de marzo-reunión que resultaría histórica ,para el destino de algunas almas juveniles– terminó con animación entusiasta, aunque discretamente conJe– nida. María de la Gracia, Consuelo, Rosarito y compañeras, que habían sentido una desilusionada preocupación con las primeras
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