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24 FR. EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA había metido muy adentro, y no le dejaba aplicarse libremente a la lectura. Estaba más para pensar, o divagar. .. Y pensando, y divagando, y fantaseando, como transido de pálpito primavceral, se le vino a las mentes aquella su tan honda e inquieta i,lusión de cultivar minorías de almas juveníles. ¿ No era la juventud la primavera de la vida? Mil veces lo había oído ; y el dicho tenía, ciel'tamente, no poco de fundamento. La pri– mavera· es la juventud. cada año renovada, de la creación ; la juventud es la ,primavera, única, sí, única, de la vida. Y si la primavera tiene su canción, también la juventud la tiene ; can– ción subyugante, canción que aún no ha sido fijada rpor compo.. sifor alguno, pero que innumerables almas en flor van incons– cientemente cantando por la tierra. Canción hecha con música de esperanza y letra de proyectos ilusionados... ¿ No era una empresa estupenda el ponerse a conseguir ,que «la primarvera de la vida», con su canción de mági,co poder, fuera llevada ante el Señor por las almas l)lejores, como ofrenda bella, limpia, en toda su integridad, sin lamentables deterioros? El P. Fidel ,estaba convencido de ,que no hay empresa más alta que la de guiar a las almas ¡por caminos de luz ; y nada mejor ,que tomar a las almas cuando aún no saben nada de arrugas, ni marchiteces, ni cansancio. Pero el P. Fidel no se hacía demasiadas ilusiones en cuanto a sus propias posibilidades para dedicarse a tan seductora tarea. Tratándose de organizar una Juventud Masculina, podrían segu– ramente ser vencidas las dificultades ; mas pensar en constituir una agrupación de chicas jóvenes, era, a no dudarlo, un ((soñar estando despi,ertoJJ. Los Superiores se opondrían terminantemente a tal cosa, apo– yándose en razones que tenían no poco de fundam•ento ... : se chocaría demasiado con el tradicional estilo de vida y apostolado de la Orden... ; no se contaba con ningÚn precedente, a,l menos ,en su provincia de Castilla; la propia juventud suya ... , y la opi– nión que de él se tenía entre los religiosos, de ser bastante audaz e independiente... ¡ Cuántas rvuelfas en su mente había dado el P. Fidel a todas estas realidades durante largas semanas! Sobre todo, desde aque– lla tarde de febrero en que María de la Gracia y sus compañeras

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