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14 FR. EUSEBIO GARCIA DE PESQUERA la Iglesia parecía demasiado puritana ; cuando más tarde In– glaterra enloqueció por el ,puritanismo, la Iglesia ,parecía de– masiado artística.... La Iglesia parece siempre retrasada en el tiempo, cuando en realidad se halla al cabo del tiempo ; aguar– da a que se consuma la marchitez del último estío. Tiene la llave de una virtud permanente>> (cap. VIII). Evidentemente la l,glesia, y todas las realidades tan humanas y tan di,vinas que dentro de ella caben ry se mueven, no podría estar nunca de veras en la línea frívola y fugaz de la moda ; pero si ,((tiene la clave de una virtud permanente», se debe lo– grar que ,en cada nueva coyuntura histórica se remoce de tal maner,a, que, en vez de dar la impresión de <lcosa ya muy vista)) y, por tanto, sin interés, ofrezca a los hombres la atrac– ción de ser algo rigurosamente actual y de mucho ¡porvenir, con amplias posibilidades de nue·vas experiencias y nuevas ,aventuras. ¿Hay algo más viejo que la madr,e Naturaleza, en cuanto a su existir? Y no obstante, sorprende cada año a todos los que sien– ten, con la gracia sin estrenar de una nueva primavera. Modas, no ; pero dar siempre la impresión de haber quedado re:z:agados en el tiempo, tampoco; ,afán de novedades, ,por la sola razón de novedades, ¡ de ninguna manera! ; pero también i de ninguna manera! la mediocre, cansada y fastidiosa repetición de «lo que siempre se ha dicho y hecho» ... Poco antes de llegar a este punto de sus reflexiones, los can– sados párpados del P. Fidel se habían cerrado sobre las pupilas, sin pedir permiso a nadie, y borrando de ellas los últimos destellos de las estrellas lejanas. También el pesado sopor del sueño cayó casi de golpe sobre su inquieta mente; la respiración se fué ha– ciendo profunda... , menos seguida... , algo más ruidosa... En ,el silencio de los claustros conventuales, casi del todo a oscuras, cay;eron las metálicas voces de un viejo reloj : ,eran las once y media de la noche. Sobre la cabeza dormida del P. Fidel de Peñacorada pendía, colgada de la blanca pared, una escueta cruz de madera.
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