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TEMPORAS DE PRIMAVERA 13 Tales palabras habían resultado de mágico ,poder ; y a su conjuro se movilizaron muchos espíritus de calidad, que fueron llevando luego grandes masas juveniles hacia el heroísmo y la muerte, haáa una gigantesca resurrección de España, con su hablar d,e estrellas ry sus ev,ocaóones de ,amaneceres, primaveras y luceros. Claro que tan logrado repertorio de hermosos pal:abras hubier,a resultado mezquinamente eficaz de no habérsele distri– buído ahededor de cosas sustanciales, muy urgentes, y tremen– damente serias: la r,esurrección a fondo de una Patria, 1a con– quista del Pan, la implantación de la Justicia y d poner ,a España en forma paJ:1a las altas empresas de signo universal que habían de sobrevienir. E.l P. Fidel de Peñacorada había soñado en más de una oca– sión con levantar dentro dd orhe que podemos llamar ecie– siástico-divino un cálido viento de ilusionada, generosa y es– forzaqa ,actividad, semejante al que había soplado en otro orden sobre la mustia ,alma de España hasta hacerla sentirse con bríos para lanzarse a una Cruzada :agotadora y descomunal, de la que sólo 1 iba r 1 estableiciéndose a fuerza de rabfosa energía. Aquel nuev,o estilo-mezcla de poesía y rigor intelectual, de norma e Ímp,etu-con que Ias nuevas ,generaciones españoias habían ,empezado a conocer, amar y ser•vir a su Patria, ¿ no podía trasladarse al pl,ano ,espiritual donde ,Jas almas deben sen– tirse en milicia al servicio del Reino de Dios en la úerra? Las cosas sustanciales (muy urgentes y trem,endamente serias) que aínar y defender, que viviir y dilatar, lejos de faltar aquí, abun– daban sobre toda ponderación. Pero era preáso transirlas de hálito poético ; hacerlas aparecer con una inátante novedad que despertara hacia ellas los mejor,es entusiasmos e ilusiones de las almas en trance de juventud, Aun las cosas más grandes y hermosas acaban dando la impr1esi6n de ser vulgares y abu– rridas si no se las sahe re~estir con d cambiante estifo de una actualfoima novedad. Al llegar a este punto de sus reflexiones, se acordó ,el P. Fi– del de algo que había leído en ccLa ,esfera y la cruzD, de Ches– terton: ce El cristianismo está siempre fuer.a de la moda, porque el cristianismo siempre es cuerdo, y todas las modas son insa– nias (locuras) agradables. Cuando Italia enloquecía por el arte,
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