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TEMPORAS DE PRIMAVERA 13J el me1or apoy,o para sus ,comentarios en otro texto paulino ; aquel en que San Pablo dice a su joyen disdpulo Timoteo, a quien había dejado de obispo en la cristiandad de Efeso: «Ejer– cítate sobre todo a ti mismo en orden a la piedad. Porque el ejercicio de la gimnasia corporal para poca cosa sirve; en cambio, la piedad resulta útil para todo, pues tiene vinculadas inapre– ciables promesas en relación con la vida presente y en orden a la futura» ,(I, 4, 7-8). Pas6 luego a habiar de la piedad en cuanto inapr,eciable don del Espíritu Santo; y aquí foé donde su voz se hizo más cálida, aunque de ,cuando en cuando resultara también ,algo titubeante por causa de la misma excelsitud del tema, que no era muy fácil de eXJplicar. Les fué didendo que este don ,altísimo se otor,ga al alma para e:x:citar en dla un tierno afecto filial hacia Di,os, c,onside– rado ante todo ,como PADRE. Y que así, el don de piedad pone en nuestras relaciones con Dios una fntima modalidad de ternura entrañable y delicada, que nos lleva, más que a servirle y reve– renciarle cumpliendo sus mandatos, a buscar con afán c6mo agraciarle en todo y tenerle siempre contento. Les record6 y coment6 muy br.ev ,emente dos textos casi gemelos de San Pablo : «No habéis recibido espíritu de siervos para recaer en el temor, sino que recibisteis · el espíritu de la filiación adoptiva, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! E'l Espíritu Santo mismo testifica a nuestro espíritu que somos hijos de Dios» {Rom., 8, 15-16). ,(( Y porque sois hijos, envió Dios a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que grita en ellos: ¡ A bba, Padre!» (Gál., 4, 6). Se ¡ament6 ,be~o de que en la .. espiritualidad de muchísimos cristianos esté tan olvidada, desconocida, y ,como preterida la Primera P,ersona de la Santísima Trinidrad, el Padre, ,cuando pre~ cisamente se ve por el Evangelio que el gran afán que Jesús trajo aJ mundo foé el de despertar hacia ,e,l P,adl.'e celestial la atenci6n ,confiada y amantíscr.ma de las criaturas humanas, eievad da a la condición de hijas suyas. Termin6 exhortando a todos a «vivir piadosamente», pero de verdad, en la tempor1ada veraniega, y aún con mayor interés que en ningurua otra del año, ya ,que eran tantos los que dd ve– rano hadan pretexto ,para abandonarse casi completamenteº
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