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67 . por la falta de cultura, decoro y delicadlceuv, amargu~ ira que él soportó en silencio con su acorootumbrada mansedumbre y paciencia. Hubo en los campos de Bayamo épocas de grru1- de miseria durante el tiempo en que nuestro bio– grafiado permaneció en la Vicaría; y como él no se preocupaba de las propias necesidades, Hegaba ··• con frecuencia a dichos lugares con sólo el desayuno o únicamente. con la taza de café de la mañana. Pero nada pedía, y se retiraba tranquilamente a dormir. :Es fama entre los Religiosos que pasaba días enteros sin probar alimento de ninguna clase. Fué nota personal suya atender antes a las necesidades ajenas, y luego. si había facilidad, remediar moderadamente las pro– pias. Cuando algunas personas devotas querian obse– quiarle, jamás aceptaba bebidas alcohólicas, tomando solamente una taza de café. El celo por la salvación de las almas le mostraba en todo momento ancho campo :para saciarlo; las pa– noquias, los caseríos, los rincones más a.pa.rtados, don– de hacía mucho tiempo que no asomaba ningún Mi– nistro del Señor; las haciendas, los ingenios azucare– iros eran visitados frecuentc~me11te por el celoso mi– sionero. Mas no siempre recibían sus visitas ctJ>n la sinceridad conque él las jiraba. Se dirigió una vez a cierto caserío en donde había ;un Ingenio con su co– irTespondiente alambique. Ya a la vista el misionero, ·ll!na Magdalena mundima dícele al dueño: "Ahí viene un engañador''. Inmediatamente ordenóse al vigilante que le hiciera salir de aquel lugar en el perentorio timpo d vinticuatro horas ... Muchos de los morador.es que conocían al Padre Santos y habían sido testigos de su vida ejemplar, que– daron maravillados de su rápida partida, .porque igno~ l('a,bau Ja orden de abandonar el caserío; pero él no
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