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64 Dios se valía de una comparación sumamente prác· tica: "Este sombrero, les decía, exige la existencia de un.sombrerero, aunque ustedes no le hayan visto. De la misma manera este mundo exige un Creador que le haya dado la existencia; a ese Creador le llamamos Dios ; luego Dios existe". Su trabajo fué siempre constante y sin desmayos. Conoció y trató a muchos ancianos que habían oído la :predicación del Padre Claret y la del Padre Este– ban de Adoain. Como fruto de su abnegada labor re– cogió la santificación de innu 0 :11crables hogares de aman· cebados, santificándolos mediante el sacramento del matrimonio, y evitó muchos crímenes y suicidios, pues en aquel tiempo la superstición, el espiritismo y las pasiones políticas habían arrojado semejante desgra– cia sobre el Oriente de la República. Las gentes sencillas, los hombres de negocios y los personajes más elevados de la sociedad, aceptabiu.. gustosos la predicación sencilla del humilde Capuchi– no, y con él mantenían íntimos lazos de verdadera amistad. De cerca trató a varios célebres caudillos de la independencia de Cuba, a alguno de los cuales, le prestó los auxilios de la religión en la hora de la muerte. Supo en cierta ocas1on que se maquinaba contra 1a vida de .un prestigioso ciudadano; el Padre Santos, de noche, y sin pérdida de tiempo, se fué a su casa, que distaba más de dos leguas; lo condujo a Bayamo, y le evitó una muerte segura.

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