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57 sibles pero también más espirituales. De aqw <Qi.Ue la se-paración de la familia, de la patria chica y de !a pa– tria grande imponen un sacrificio imponderable al mi– sionero. Por eso, el Padre Santos no es insernúble al dolor, cuando se desprende de los brazos de su ancia– na madre, ni cuando dá el último adiós al buen her– mano Sacerdote que hizo con él las veces de :amantí– simo padre, ni cuando se despide de los otros miem– bros de la familia, ni cuando recorre la ribera dlel río en donde estudiaba la gramática latina, y conversaba con los ancianos del pueblo s obre asuntos serios, y· leía libros piadosos que le abrían el ancho · hoirizorri.:e de la perfección cristiana y seráfica en su ni:foez y pri– mera juventud. ¡ Hasta la vuelta. . . rueguen por mi al S:añor ... en el cielo nos veremos para no separarnos . ya ja~ás. Cumplidas las exigencias de la naturaleza, baña– dos los ojos en lágrimas y, lacerado el corazón por tall'tas separaciones, parte el novel misionero para reu– nirse con sus compañeros de apostólica expedición. En aeto solemne recibe el Crucifijo, oye palabras <lle alíen~ to, deslizadas de los labios del Superior que, en nom– bre de Dios, le manda partir; le abrazan efusi.vamen- • te sus hermanos de hábito, quienes esperan el manda– to del cielo para seguir también la misma mta apos~ . tóHca, y le dicen: "Hasta muy pt'onto", Luego, a Cá– diz, al vapor que espera para levar anclas y cruzar majestuosa y serenamente los mares, allende fos cua– les divisa el misionero el campo de las gran&es con– quistas para el redil de Crisfo. Pasan los días y aún las sem::¡,nas llenos de mo– notonía, husta que el díu 29 de diciembre, divisan la si• lueta de la hermosa tierra de Borinquen, la. encanta– dora isla de Puerto Rico, posesión vieja de España, todavía llena de recuerdos históricos patrios. Emocio– nado deja el vapor, se despide de la enseña. bendita

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