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48 siguen todos los actos de Comunidad, entre otros el de cantar Maitines a media noche, resulta su vida de colegiales sumamente laboriosa, penitente y mortifi- cada, Tales estudios y semejante vida monástica tuvo que hacer Fr. Santos de Abelgas, quien se impuso sa– crificios sin cuento, perseverante abnegación, espíri– tu de humildad y de piedad, juntando en delicada ar– monía los esfuerzos para adquirir la verdadera cien– cia y las virtudes propias de los buenos estudiantes dedicados al servicio de Dios. Terminada su formación, fué hallado digno de ascender al Sacerdocio, llegando el día feliz, por tan– tos años anhelado, de su ordenación sacerdotal;-- cun.1- bre sagrada, montaña santa, a la cual dirigen sus pia– dosas y legítimas miradas cuantos por Dios se sien– ten llamado a ser sus lugartenientes, Ministros y Le– gados s uyos ante Ios hombres, para enseñarles el ca– mino de la eterna bienaventuranza. Era el 25 de mayo del año 1907, mes florido de– dicado a honrar a la Madre de Dios, cuando Fr. San– tos de Abelgas, en compañía de su condiscípulo Fr. Odorico, se dirigía al Palacio Episcopal de León, para ser ungido con el purificador y santo Oleo de los Ca– tecúmenos y consagrado Ministro del Señor, por el Exeelentísimo y Reverendísimo Dr. Juan Manuel Sanz y Sarabia, Obispo, entonces de la Diócesis- de San Froilán. Con manifiesto recogimiento, como si sensiblemen– te percibiera el batir de las alas del Espíritu Santo, recibe la imposición de manos del Consagrantc y de– más Sacerdotes asistentes a la impresionante ceremo– nia; profundamente conmovido, toma en sus manos el Cáliz y la Patena, y devotamente escucha las pala– bras qu.e el Consagrante pronuncia, diciéndole: "Re– cibe la potestad de ofrecer el Sacrificio a Dios, tanto ,por los vivos, como por los difuntos". Luego, segunda
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