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4:7 perspicaz y penetrante; antes bien,_ debió suplir con el estudio perseverante la escasez de sus facultades, 11 pues si durante los años de estudiante se hizo acreedor a la nota máxima en conducta moral y religiosa, no aconteció lo propio en las calificaciones de índole cien-· tífica. Pero esto no es obs½ác~lo para alcanzar la san~ tidad, ni mucho menos deprimente para los Siervos de Dios, ya que, con harta frecuencia sucede, que se le– vantan los ignorantes según la estimación humana, y arrebatan el reino de ios delos; mientras que le pier– den muchos sabios por no. glorificar al Señor en su sabiduría, de quien todos los dones proceden. El citado Padre Alfonso dice a este propósito: "Nó sabía desperdiciar el tiempo (Fr. Santos), siendo a_siduo como pocos al continuo estudio. No era segura– mente de muy clara inteligencia ni de pronto ingenio; · pero esa falta de cualidades naturales, suplióla él con su trabajo y aplicación constantes y una voluntad in– vencible,guiada por un deseo eficaz y decidido de ser útil a la Orden, a la salvación de las almas de sus her– manos y a la gloria de Dios. Y ansioso como nadie de adquirir conocimientos útiles, no se desdeñaba, como buen humilde, de preguntar, sino al contrario gozába– se en que los compañeros le ayudaran . a esclarecer ideas que él no acertaba a ver claras con· sus propios esfuerzos". Prolongados y fuertes son los estudios que la Igle– sia exige a los que, llamados por vocación divina, aspi– ran a la dignidad sacerdotal. Terminada la instrucción primaria, deben los futuros Ministros del Señor consa– grar sus actividades a aprender Latín y Humanida– des durante cuatro años al menos; tres a la Filosofía y Ciencias; cuatro a la Sagrada Teología y disciplinas anejas. Pero entre los Capuchinos se cursan cinco años de Latín, y terminada la Te_Qlogía, uno más de Elo– cuencia. Como, por otra parte, nuestros estudiantes

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