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43 mismo nos dice, y nos recomienda a todos que seamos. "El espíritu de modestia, de observancia y de mor– tificación se hallaba en el Padre Santos en grado emi– nente. Sabía moderar no sólo las palabras, que apenas si se le pérci.bían jamás alteradas; hablando solo lo con– veniente, y cuando ,era lícito y estaba permitido, sino también .en la vista, pues apenas si se le percibían los ojos, por la suma moderación con que regulaba la mi– rada. "Difícil será encontrar otro religíoso joven, que tan en cuenta tuviera la estricta observancia de las le– yes monacales, las reglas todas de la vida de comuni.– dad y los preceptos que personalmente nos incumben como religiosos capuchinos. Solamente un olvido in– voluntario, completamente invencible, podía apartar– le un ápice de lo que para él .era substancia de la vida religiosa y voluntad expresa de Dios. Y esto lo hacía y cumplía con suma naturalidad, sin esfuerzo, como algo que nace coµ nosotros, y con nosotros crece y se desenvuelve. "Cuando se manifestaba especialmente su espíri– tu de mortificación •era -en la durísima disciplina con que atormentaba su cuerpo los rdías indicados: no pa– recía aquello el acto de un hombre que mortificaba su cuerpo, sino el del que golpea fuertemente sobre el yunque. ¡ Tan terribles eran los golpes con que mace– raba su carne!" (18) . Con estos testimonios, bien elocuentes por cierto, a cerca de la vida del Padre Santos, durante el tiempo de noviciado y estudiantado, cerramos el presente ca– pítulo, persuadidos de que sus condiscípulos han tra– zado de él un retrato completo que perdería valor si se inte:ntara retocarle. ( 18} . Padre Alfonso de Escalonte, 1nforme particular, año 1939.
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