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40 grario quedaba como extático. La nota característica de su vida de estudiante era el amor de Dios, mani– festado en la contínua presencia, en la unión de su voluntad con la de Dios, en las frecuentes jaculatorias y comuniones espirituales. "De su vida de observancia puede afirmarse que todo lo hacía bien; era de los primeros en el coro para el rezo de los maitines a media noche, en la oración y en todos los actos comunes; gustábale recordar la Re– gla y las costumbres de la Orden que aprendió del Ma– estro. Para él no había cosa pequeña en las Constitu– ciones ni en el Manual Seráfico; era tan -exacto en las cosas más insignificantes como en las mayores, sin dipensarse de ninguna por pequeña que fuera. "De su oración podía decirse y aplicársele lo que dicen nuestras Constituciones: "Que el verdadero frai– le menor siempre ora"; y era tan deseoso de la ora– ción que siempre le p3:recía corta y suplía con gusto a los otros cuando hacía falta en las Cuarenta Horas . "Como ejemplo de su humildad recuerdo que nun– ca hablaba de sí mismo, y cuando alababan su reco– gimiento y unión con Dios quedaba confuso y aver– gonzado, considerándose el más imperfecto y el más ignorante. Si alguno se reía de sus defectos natura– les, lo celebraba más que los otros con tal alegría que rebosaba por doquier; nunca recuerdo haberle visto molestado porque le dijeran algún defecto: a todos estimaba y sólo sabía despreciarse a sí mismo, sin hacer alarde, como la cosa más natural. "Su penitencia y austeridad se manifestaba en los ayunos y disciplinas de la Orden, que son bastan– tes, sin dispensarse de ninguno, aun de aquellos de simple costumbre. Era, sobre todo, muy mortificado en sus sentidos principalmente en la vista, qne nunca