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30 tes disciplinas, y se deja ver del mundo como paradig- ma de vida pen~tente y abnegada. · Por otra parte, deben pasar los novicios, duran– te el año de probación, por tres votaciones sucesivas: la primera a los cuatro meses de haber vestido el há– bito, la segunda a los ocho meses, y la tercera dos me– ses antes de la profesión. En estas votaciones examina la Comunidad la conducta del novicio, y en votación se– creta, es admitido o rechazado, debiendo regresar al mundó en caso de serle desfavorable la mayoría de los. votos consignados. Puede también él mismo irse si no se siente con fuerzas para llevar la cruz de la vida reli– giosa. Nuestro biografiado no tuvo tropiezos ni dificul– tades en las respectivas votaciones, ya que toda la Comunidad estaba edificada de su buen comportamien– to y de su capacidad para seguir el camino estrecho del Evangelio . Cumplido el año de noviciado a satisfacción de los religiosos, y convenientemente ·preparado por el progreso en la vida espiritual, practicado el retiro de diez días, llegó por fin el momento ansiosamente espe– rado, en que Fray Santos se presenta por segunda vez ante el altar del Señor no ya para despojarse del hom– bre viejo, sino para crucificarse con Cristo, sirviéndole de cruz la santa Regla, y ,de místicos clavos los tres vo– tos de obediencia, castidad y pobreza. Emocionado y gozoso, recuerda ahora las pala– bras que pronunció a la edad de once años: "Yo quiero ser capuchino como el Padre Pío". Acompañado de sus hermanos de hábito y de otros seres muy queri– dos, humilde, tímido, regocijado y agradecido a Dios por el beneficio inapreciable de la vocación y a la Or– den capuchina por admitirle como a uno de sus miem– bros, se hinca de rodillas ante el Superior, coloca sus

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