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251 Padre Santos, y a suplicarle que rogara a Dios por el hijo y por nosotros. Y, aquí voy a consignarle un pe– queño detalle que le pondrá a usted de manifiesto la profunda veneración que me inspiró siempre el Reve– rendo Pac.re Santos de Abelgas; y fué que, al iniciar mi conversación, telefónica con él, no pude menos que arrodillarme en ;uno de los asientos de la casilla de te– léfonos, .y así permanecí hasta su terminación. En uno de mis viajes a Caracas, después de su muerte, tuve la grata sorpvesa de que me obsequiase el bondadoso Frai Severino con un rosario de uso del Padre Santos, el cual conservamos mi esposa y yo co• mo una verdadera y valiosa reliquia. Manuel Alberto Liza.rraga Zuloaga. He tenido conocimiento que f.ué usted nombrado Vice-postulador de la causa de Beatificación y Canoni• zación del santo •sacerdote capuchino Fray Santos de Abelgas. Esta noticia ha llenado de algría mi alma, porque tnve la dicha de haber tratado personalmente a este siervo de Dios. Fué en el año de 1924, viviendo yo con mi ,esposo en el Dis:r-ito Sotillo del Estado Monagas, que conocí a Fray Santos, por haber ido él como sacerdote a aten– der a la parroquia de San Carlos de Uracoa. Fué alU que, habiéndose enfermado Fray Santos con un fuer– te ataque de gripe, acudí con algunas medicinas a la casa parroquial, y quedé confundida, al ver a este san– to Padre, dar de rodillas gracias a Dios, porque él se creía indigno de que ninguna persona se acordara de - él e,n su enfermedad. Ese día me dijo, casi proféticamente, que la ben-

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