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248 pita del Padre Santos; naturalmente debía haberse prendido, con peligro de un incendio en la habitación y en la casa; mas, al caer en la estampita se apagó. Le he hecho súplicas pidiéndole gracias. He oido pon• derar mucho sus virtudes. Emilia de Rebollo. Por primera vez traté al Padre Santos en Barran– cas, y con él hice mi primera comunión. Viví, ya can~ sada, en Tórtola, en donde lo recibí muchas veces, por– que cuando iba de víaje, o venía a Tórtola, se hospe– daba siempre en nuestro hato. Para mí era un religioso muy bueno; · humilde, modesto, recatado, piadoso, ejemplar y mortificado. Su predicación era muy devo– ta, y aprovechaba · cualquier ocasión para darnos los consejos más sanos y orientadores. Su cara y modo - de mirar, revelaban que era un verdadero santo. Me he encomendado frecuentemente a él, y estoy persuadic!,a de haber obtenido gracias por su intercesión. Juanita Rebollo de Marcmio.

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