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203 q_ue. le conocen lo admiran y veneran, sólo vosotros abusáis de s~t virtud". En noviembre de 1931 hice un viaje de Araguai– mujo a Tucupita, en compañía del Padre Samuel y de la Madre I\'Iicaeia, per·noctando algunas horas en Ma– careo del Santo Niño, donde una señora de nombre M;:tría, natural de Porlamar, nos recibió en su casa. Te– nía un niño ya grandecito, y nos refirió que había te– nido varios hijos, pero que_ todos se le morían al poco tiempo de nacer. Estando una vez esperando el alum– bramiente, toda desolada y temerosa de que su futuro hijo tuvi€ra. el mismo desenlace que los otros, llegó el Padre Santos, a quien comunicó sus temores y an– gustias. ~l santo varón e.e Dios la consoló como él sabía hacerlo, y le aseguró que el niño que llevaba en su sen::> viviría, que lo encomendara a San Antonio y esperara tranquila. La palabra del Padre se cum– plió, y pudo por fin, ctiar un hijo. A mayor gloria de Dios y de su siervo el R. P. Santos de Abelgas. Sor Gloria de Pam¡1lona, Comisaria Cap~ d-e ItR.. 'l'T. CapuohiJrn,s de la Sagrada Familia.

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