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198 comunión, a petición suya. Con gran serenidad respon– dió a las preces de la recomendación del alma; y, sí alguna vez no podía hablar, se daba golpes de pecho. Murió con tranquilidad y sin agonía. Cuando todavía iba a ios recreos, le gustaba ale– grarlos, contando chistes de buen gusto. Celebraba J.a misa muy devotamente; y con esa misma devoción da– ba gracias. Se mostraba agradecido a cuantos servi– cios se le prestaban. En cierta ocasión me dijo: Si vues– tra caridad, pusiera en hacerse santo, el empeño que pone en arreglar adornos, lo sería inmediatamente". F1•tiy Serverino <le Olea, O. F. M. Cap. .

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