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182 del de San Sebastián, Salvador de Palacios, un servi– dor, y Monseñor Nistal. Su trabajo fué, en aquel medio dificilísimo y frecuentemente hostil, constante y sin desmayos... - · El año de 1923 fué trasladado a Tucupita y su Misión en el bajo Orinoco. Fué el primero que se inter– nó en los lugares más apartados, y visitó todas las rancherías de indios, entre la boca de Río Grande y el Caño Pedernales, bautizando a la mayor parte de ellos. En muchas ocasiones pasaba el día sin comer nada, y llegando a los ranchos, tomaba de lo mismo que comían los indios para satisfacer sus necesidades. Sufría mucho por no poder explicar la doctrina a los indígenas en su propio idioma, por lo que, al encon– trar el primero que chapu1·1-eaba dicha lengua, sacaba el lápiz y cuaderno, y apuntaba cuantas palabras po– día. Le apenaba grandemente el ver lo alejados que estaban los indios de nuestra Religión santa, cual si fueran unos pobres presos metidos en profundas ca– vernas, siendo imposible que pudieran salir de aquel estado, sin un milagro de lo alto. En general, criollos e indios, querían mucho al Pa– dre Santos, y aun hoy lo rec.uerdan con cariño y vene– ración en todos los caseríos de Río Grande, de Tórto– la, Santa Catalina, Piacoa, Sacupana, Araguao y Ara– guaimujo; ·y en Tucupita, ya que por bastante tiempo ejerció los ministerios en esta población. Muchas veces regresaba enfermo de las excursiones, pero al repo– nerse un tanto, las proseguía por los caseríos y ha– ciendas, donde hacía gran fruto, bautizando, celebran– do primeras comuniones y dirigiendo pláticas edifican– tes. Fray Nicolás de Cármenes, O. F. M. Caip.
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