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166 dos, víctimas de los zancudos que en nubes invaden los ranchos, las mañanas y las tardes de invierno; víc• timas del paludismo, de los anquilostomas, de· la bu– ba . --: . (eran su constante preocupación). En esas ran– cherías sin aseo dormía el P. Santos cabe los chincho– rros de los indios, comía la yuruma o harina hecha con la medula del moriche, bebía .su vino cuando, para saciar la sed, no tenía otra cosa que este o el agua de los morichales o rebalses, comfa los gusanos del mo– riche cuando se le acababa el bastimento y le acosaba el hambre. Recorría también los pueblecitos de los criollos, donde instruía a los niños, aconsejaba a los mayores, casa:ba a los que vivían mal y predicaba a todos con sus dulces palabras, y más con su vida angelical ... inmaculada. Si mucho apreciaban a este santo Misionero .en Cuba, donde le tocó el camino del calvario, la calle de la amargura, más le apreciaban en Venezuela, donde fué el primero que evangelizó a los indios "guaraos"; donde sacrificó su vida y logró ver el fruto sazonado en la brillante Misión de Araguaimujo; la Misión más bella de Venezuela, y una de las más bellas de Améri• ca (56). Después de larga y penosa enfermeda.d, sufrida con heroica resignación, el día 28 de diciembre rindió en Caracas santamente la jornada de la vida. Este santo varón tiene sobrados títulos para merecer el cul– to de sus hermanos, a quienes edificó constantemente con sus virtudes; y de los indígenas, de quienes se hi• zo siervo y padre para educarlos y servirlos, Fra;r Ce· ferino de La Aldea, Sup. Regufa.r. (57). (56). Cuando el P. Ceferino escribía este informe, el Orinocc no había hecho en la Misión de Araguaimujo todos los desastres que después ha- ocasionado. (57). Carta al P. Mariano de Vega, Provincial, año cie 1938.
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