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147 sas conducentes al matrimonio, y se permitían las vi– istas en días, hora y lugar previamente señalados,. Si durante la semana tenía alguno cosas importantes que comunicar a su futura, iba a la habitación del Padre y le decia: "Padre, a ver si hace ei'favor de dar a mí _papel para escribir una carta a la otra casa". Se lo da– ba, y al poco tiempo yolvía con su carta para -la novia, .e inmediatamente .el correo la llevaba a las manos de fa interesada. No satisfechos con las cartas enviaban también regalos, como collares, anillos, peinetas y per– fumes, sin omitir jamás el saludable consejo de que se portaran-bien con las Madrecitas. Ellos, muy prudentes, tenían Ja costumbre de es– cribir antes a la Superiora, con el fin d~ preparar el terreno. Como prueba, véase la sigui~nte muestra: Reverenda Madre Gloria de Pamplona. Estimada Ma, dre: Después de saludarte a usted, que me va a perdo– nar, yo te hago esta carta para expresar mi nensa– miento. ME,dre me hace el bien de preguntar a la seño– rita Juana Rosa a ver si me quiere y también; Madre, que te dig) que no sea forzada y que diga la verdad si no me 1uiere; quiero que usted me conteste este papelito cuanto antes porque yo me quiero irme a lo caño y quiero saber antes de irme sobre esto. rerdo– ne, Madre, este papelito. Su hijo en Jesús. José V:ar• gas". Las pretendidas, muy discretas, respondían unas veces, con el hágase tu voluntad, mientras que otras daban a bs aspirantes una desconcertante calabaza. Allá va la prueba. "Divina Pastora de Araguaimujo. Muy apve.ciable señor Basilio Torres. Le escribo estas cuatro palabritas, primeramente para contestarle aquella cartita que te dignaste enviarme; me estabas deseando y yo le digo que no le quiero, pues no estoy sola aquí en la Misión. Ahora por eso no creas que no le dejo casar; todavía quedan muchas niñas, si

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