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138 te auxilio de los Hermanos Fray Balbino de Caracas y Fray Rogelio de Valduvieco. Era el pirmero natural -de Caracas, y había ingresado en la Orden en España, desde donde fué trasladado a la Misión del Caroní, el :11 de mayo de 1925, trabajando abnegadamente en -varias ps.rroquias y en Araguaimujo, hasta el 10 de agosto de 1928, en que dejó los trabajos de la tierra para recibir su recompensa en el cielo. Fray Rogelio es uno ,de los primeros operarios de la Misión, y ha trabajado en Upa.ta, Tucupita, Estación del Barima y, principalmente en Araguaimujo, en donde ha presta– ·do, y sigue presU!,ndo servicios admirables, en agricul– tura, oficios manuales, enseñanza del catecismo y las primeras letras a los pequeños del Internado. Por su parte, el Padre Santos no se dá punto de reposo; trabaja en la casa, lo mismo en las ocupacio– nes manuales más humildes, que en la agricultura y en la escuela; ens1eña el catecismo a los niños, predi– ca a los :ndígenas, multiplica las visitas a los caseríos de los criollos, en donde prepara comuniones, hace bautizos, redime a muchos del mal estado en que vi• -ven, consiguiendo, mediante caritativos consejos, la santificaeión de numerosos hogares, por el sacramen– to del matrimonio. Su celo apostólico, su caridad ardiente, su deseo de salvar- a los indígenas le urgen, como al Apóstol San Pabio, a emprender nueva expedición a la ya co– nocida isla de Mariusa. Mas esta vez va acompañado de otro Misionero arriesgado, prototipo del hombre aventurero, cual lo er-a el P. Antolín de Antoñán, ex– celente mecánico, fotógrafo de nota, gran cazador, cua– lidad excelente para esta clase de excursiones, y se– reno, a toda prueba, en los acontecimientos adversos. No podía el Padre Abelgas haber elegido un compa– ñero más indicado para sus difíciles ,empresas. Un mes largo emplearon en esta segunda excursión a los ma– .riuseros.