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12 negociaran durante su ausencia: "Negociad mí.entras vengo" (3). Los corazones generosos prestaron oído en todo momento a la invitación del Salvador, y corrieron pre• surosos por la senda evangélica, para transformarse en imágenes vivas del divino Ejemplar de los predes– tinados, y para hacerse acreedores a los nobilísimos títulos sobrenaturales de siervos de Dios, varones per– fectos, ángeles de la tierra, almas santas. Veinte siglos de celestial fecundidad lleva la Igle– sia Católica, durante los c.uales, una pléyade de sus hijos, acreditó Ja nota ~e santidad que con célicos res– plandores debe brillar en la verdadera Iglesia de J e– sucristo. Entre los atletas del Señor, que laudablemente trabajaron para conquistar la corona de la santidad se destaca la figura, físicamente humilde, pero moral– mente gigantesca, del siervo de Dios, Padre Santos de Abelgas. La experiencia enseña que la vida de las plantas, de los animales y del hombre se desarrolla con tanta mayor lozanía cuanto son más propicios los campos, el clima, los alimentos, la savia y cualquier otro medio de nutrición. En el orden sobrenatural acontecen también los mismos fenómenos; es decir, que el medio ambiente, supuestos los auxilios de la gracia actual, es coope– rador admirable para el florecimiento de la vida di– vina en el corazón humano. Este ambiente propicio rodeó la existencia de nuestro biografiado Padr e San– tos. (3). San Lucas, XIX, 13.
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