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81 tiempo que un servidor tenía como un pll'esenthniento de que había muerto y, desde ,entonces, pedía por su eterno descanso; muchos eran también los días que sofiaba con él. "Si es verdad que debe entristecernos una sepa• ración tan dolorosa, debe también alentarnos la espe• ranza de que, después de breve tiempo, le volveremos a ver en .el cielo, para alabar a Diós por toda la eter• nidad. Esta esperanza nace en nosotros de aquellas sacratísimas llagas de Jesús crucificado, muerto por nosotros e::i la Cruz. Mientras tanto, unámonos a su Sagrado Corazón por medio de la conformidad con su santísima -.roluntad, en medio de todas las amarguras de la vida, no pennitiendo que nuestro coraz6n o vo– luntad se peguen si no es a Jesucristo. Por si aún ne· cesita su papá de nuestros sufragios, lo encomiendo siempre en el santo sacrificio de la Misa". Por el estilo de esta son todas las cartas del Pa·· .dre Santos; tiernas, consoladoras; edificantes, alenta– doras, apoyando sus consejos y razonamientos nQ en motivos humanos, sino en la f e y en la esperanza di– vinas, que nos permiten entrever las satisfacciones ce– lestiales y eternas que se han de seguir a las lágri– mas derramadas en este mundo con resignación cris– tiana. (i

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