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96 Dios sin hallar pie ni arrimo. Y en esto la saca a la orilla dándola estribo y arrimo, y que halle pie, y que vaya por su pie por tierra con trabajo, y no nade por 'las aguas de Siloé, que van con silencio' (Is 8,6), bañada en las unciones de Dios" (LB 3,64). El mal causado por el demonio consiste en llenar al alma de las noticias sensibles que puede percibir con el dinamismo de sus potencias espirituales, impidiéndole así recibir la noticia que sólo se alcanza a ver con el dinamismo divino del Espíritu Santo. Refiriéndose al alma, que no soporta la oscuridad de la nueva vía contem– plativa, dice: "ella no sabe obrar sino por el sentido y discurso de pensa– miento, cuando Dios la quiere poner en aquel vacío y soledad donde no puede usar de las potencias ni hacer actos, como ve que ella no hace nada, procura hacerlo, y así se distrae y se llena de sequedad y disgusto el alma, la cual estaba gustando la ociosidad de la paz y silencio espiritual en que Dios la estaba de secreto poniendo a gesto" (LB 3,66). La equivocación del alma está en agarrarse a lo que ella ve con su propio dinamismo espiritual, no dando entrada así a lo que quiere hacerle ver el Espíritu Santo con su dinamismo divino. Así, pues, los peligros presentados por los falsos mozos de ciego coinci– den: todos impiden el vaciamiento y limpieza de las "profundas cavernas del sentido", la creación del ámbito nocturno en que se despliega el Espíritu Santo 47 • 47 LB 3,27-67 habla del Espíritu santo fijándose más bien en su condi– ción de agente de la contemplación nocturna: sólo él guía a Dios por esta contemplación; todo aquél que, no pudiendo caminar por esta vía, hace retor– nar a la meditación, aparta de Dios. También leyendo este texto se ve dónde radica la diferencia fundamental entre la purificación descr·ita en Subida y Noche y la descrita en Llama: en las primeras se hace ver ocasionalmente que

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