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95 Refiriéndose al director espiritual, que no sabe orientar hacia esa vfa contemplativa, dice: "Adviertan estos tales que guian las almas y consideren que el principal agente y guía y movedor de la almas en este negocio no son ellos, sino el Espíritu Santo, que nunca pierde cuidado de ellas y que ellos sólo son instrumentos" (LB 3,46). Y recrimina: el director espiritual es "un ciego que puede estorbar la vía del alma, que es el Espíritu Santo" (LB 3,62). El error del director espiritual está en retener al alma en la medi– tación, en animarle a seguir utilizando su dinamismo espiritual para diri– girse a Dios, cuando se ha empezado a abrir para ella la vía de la contem– plación, la vía en la que, abandonando su propio dinamismo, debe dejarse llevar del dinamismo divino del Espíritu Santo que hace acoger la plenitud de Dios. Refiriéndose al demonio, que trata de impedir el paso a la contemplación, dice: "El cual en estas altfsimas soledades an que se infunden las delicadas unciones del Espíritu Santo ... por cuanto está el alma sola, desnuda y ajena de toda criatura y rastro de ella, procúrale poner en este enajenamiento algunas cataratas de noticias y nieblas de juegos sen:ibles, a veces buenos, para cebar más al alma y hacerla volver así al trato distinto y obra del sentido, y que mire en aquellas juegos y noticias buenas que la representa y las abrace, a fin de ir a Dios arrimado a ellas. Y en esto facilísimamente la distrae y saca de aquella soledad y recogimiento, en que ... el Espíritu Santo está obrando aquellas grandezas secretas" (LB 3,63). E insiste: "De esta manera, por poco más que nada, causa gravísimos daños, haciendo al alma perder grandes riquezas, sacándola con un poquito de cebo, como al pez, del golfo de las aguas sencillas del espíritu, donde está engolfada y anegada en

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