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Primero, en general (LB 1,19). Dice: 91 es de saber que antes que este divino fuego de amor se introduzca y una en la sustancia del alma por aca– bada y perfecta purgación y pureza, esta llama, que es el Espíritu Santo, está hiriendo en el alma, gastándole y consum·éndole las imperfecciones de sus malos hábitos; y ésta es la operación del Espíritu Santo, en la cual la dispone para la divina unión y transformación de amor en Dios .•. Bien así como el mismo fuego que entra en el madero es e1 que primero le está embis– tiendo y desnudándole de sus feos accidentes, hasta disponerle con su calor, tanto que pueda entrar en él y transformarle en sí" (LB 1,19). Explica asi que la llama, apoderándose del alma, a la vez, va suprimiendo "las imperfec– ciones de sus malos hábitos·, ·sus feos accidentes", es decir, el dinamismo espiritual con que trata de acoger a Dios sin conseguirlo, y va introducién– dose en ella, para que con su calor", es decir, con su dinamismo divino, llegue a alcanzar "la divina unión y transformación de amor en Dios"; da a entender con esto que el Espíritu Santo crea la oscuridad nocturna como ámbito en el que poderse mover. Justifica de esta forma, aún en general, la afirmación de que la llama del Espíritu Santo, mientras va introduciendo en · su contemplación de Dios, no resulta "amigable y suave", sino esquiva". Después, justifica esta afirmación en particular (LB 1,20-26). Dice: esta llama hace que se levanten "en el alma a esta sazón contrarios contra con– trarios ... Porque como esta llama es de extremada luz, embistiendo ella en el alma, su luz luce en las tinieblas (Jn 1,5) del alma, que también son extremadas, y el alma entonces siente sus tinieblas naturales y viciosas, que se ponen contra la sobrenatural luz y no siente la luz sobrenatural ... Y porque esta llama de suyo en extremo es amorosa, y tierna y amorosamente
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