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86 que lleva el apetito 39 • Al afirmar que la muerte sensitiva ocurrió "espiri– tualmente en su vida y naturalmente en su muerte", precisa lo que quiere dar a entender cuando habla de la falta de descanso que tuvo ·en la vida... y en la muerte": señala de esta forma que Jesucristo no descansó en las cosas con las que liga el apetito, ni en su vida, porque se cerró a ellas en su dina– mismo espiritual (espiritualmente, en su espíritu), ni en su muerte, porque las abandonó para siempre al perder su dinamismo corporal (naturalmente, en su naturaleza) 40 • Según esta descripción, pues, Jesucristo no vivió de las cosas, de las criaturas, sino de Dios. En segundo lugar, aborda la noche espiritual de Jesucristo (S II,7,11). La mira en su momento culminante: "al punto de la muerte", cuando "lo veían morir", cuando estaba "muriendo", "en aquel tiempo", en aquel "tiempo y 39 0bservamos que esta presentación de la noche sensitiva de Jesucristo, en lo que a su realidad objetiva, a su causa, sa refiere, tiene carácter negativo: la noche aparece como ruptura: "murió", "no tuvo dónde rec1 inar 1a cabeza". Pero, a la luz de lo que dice a continuación sobre la noche espiri– tual (S II,7,11), se adivina lo positivo: el desamparo del Padre, que 1o dejó aniquilado, indica que Dios era la fuente de su vida, aquél en quien reclinaba la cabeza. La noche sensitiva de Jesucristo se debió a su opción por el Padre, que le alejó de las criaturas. Así, asoma aquí todo lo dicho sobre la noche activa del sentido en SI, a pesar de la diferencia que ad– quiere al ser vivida por Jesucristo. Cf. LUCIEN-MARIE DE SAINT JOSEPH, Le Christ dans la doctrine de saint Jean de la Croix, pp. 243-248. 40 Vemos que en esta presentación de la noche de Jesucristo, en lo que a su realidad subjetiva se refiere, no se recalca el dolor: se dice simplemen– te que abarcó su vida y su muerte, y que consistió en la pérdida de los dinamismos vitales que llevan adelante la vida del hombre. Sin embargo, la descripción de la noche del espíritu que sigue (S II,7,11) hace comprender la vivencia subjetiva de esta noche sensitiva, que no es sino la condición previa para que se dé aquélla: la reducción a la nada sufrida por Jesucristo a causa del abandono del Padre, indica el dolor con que vivió su concentra– ción en Dios. La noche del sentido de Jesucristo consistió en una experien– cia dolorosa de su opción total y exclusiva por Dios. De esta forma, aparece aquí lo dicho sobre la noche activa del sentido en SI, salvadas las dife– rencias que adquiere al ser vivida por Jesucristo. Cf. LUCIEN-MARIE DE SAINT JOSEPH, Le Christ dans la doctrine de saint Jean de la Croix, pp. 243-248.
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