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82 que alude el primer grupo de términos 35 • De esta forma, indica que Dios sólo puede ser acogido más allá de uno mismo, en el Espíritu Santo. En un segundo momento presenta la noche activa del espíritu de forma pormenorizada (S II,8-III,45). Haciendo la descripción detallada de la ab– sorción de las potencias espirituales por las virtudes teologales, se para en un momento dado para enfrentarse con una objeción. La formula: de esta absorción "se sigue la destrucción del uso natural y curso de las potencias" (S III,2,7). Y responde: esto ocurre al principio; pero cuando el alma "lle– ga a tener hábito de unión, que es sumo bien", realiza con las potencias "las operaciones convenientes y necesarias" con "mucha mayor perfección ... porque en habiendo hábito de unión, que es ya estado sobrenatural, desfalle– ce del todo la memoria y las demás potencias en sus naturales operaciones y pasan de su término natural al de Dios, que es sobrenatural ... Por lo cual, las operaciones de la memoria y de las demás potencias en este estado todas son divinas, porque poseyendo ya Dios las potencias como ya entero señor de ellas por la transformación de ellas en sí, él mismo es el que las mueve y manda divinamente según su divino espíritu y voluntad. Y entonces es de manera que las operaciones no son distintas, sino que las que obra el alma son de Dios y son operaciones divinas; que, por cuanto, como dice san Pablo (1 Cor 6,17), 'el que se une con Dios un espíritu se hace con él', de aquí 35 Se podría ver en S II,5,5 una conexión del Espíritu Santo con los sacramentos de iniciación (bautismo y confirmación). Pero esto no significa que no tenga un papel directo en el desarrollo posterior de la vida cristia– na. El comentario que hace a Jn 3,5 habla del renacimiento en el Espíritu santo en presente continuo: "renacer en el Espiritu santo en esta vida, es tener un alma similísima a Dios en pureza". Refiriéndose a S II,5,5, escribe E. Pacho: "su obra comienza con el renacimiento del agua y del Espíritu en el bautismo y prosigue ininterrumpidamente con la efusión de los dones y virtudes" San Juan de la Cruz. Temas fundamentales, v. 1, p. 212.

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