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63 2) El destino nocturno de Jesucrist~ en relación con el Padre 14 a. Al hacer la descripción general de la noche activa del espíritu, pri– mero, se ha expresado en términos de antropología especulativa filosófico– teológica (S II,3,1-3), y, después, ha acudido a distintos textos bíblicos (S II,3,4-4,7). Viendo la parte bíblica como mero complemento de la parte especulativa, hemos analizado sólo esta última. Sin embargo, si nos detene– mos en el complemento bíblico encontra~os una alusión a Jesucristo que no aparece en la exposición filosófico-teológica (S II,3,5). Esta alusión per– mite entrever un nuevo aspecto del carácter cristológico de la noche. Queriendo dar a entender que "la fe, que es nube oscura y tenebrosa para el alma ... , con su tiniebla alumbra y da luz a la tiniebla del alma" (S II,3,5), se remite a lo que "ensena David diciendo: ... el dia rebosa y res– pira palabra al día, y la noche demuestra ciencia a la noche (Ps 18,3); que hablando más claro, quiere decir: el día, que es Dios en la bienaventuranza, donde ya es de día, a los bienaventurados ángeles y almas, que ya son dia, les comunica y pronuncia la Palabra, que es su HiJo, para que le sepan y le gocen; y la noche, que es la fe en la Iglesia militante, donde aún es de noche, muestra ciencia a la Iglesia y, por consiguiente, a cualquiera alma; la cual le es noche, pues está privada de la clara sabiduría beatífica y, en 14 Nos detenemos en los textos más iluminadores para nuestro propósito: S II,3,5 y, sobre todo, S II,22,3-6, que permiten descubrir la revelación del Padre en el destino de Jesucristo; cf. también S III,35,5; 36,3, que recogen la misma idea, aunque de forma más diluida; S II,11,7.12; 27,5; III,31,8, que dicen que las apariciones de Cristo no ayudan a creer en él; s II,15,4; N II,5,1-2, que hablan del papel central de la Sabiduría divina, e1 Hijo, en la noche, aunque sin aludir a su destino histórico; y N I,decla,2; II,19,4; 21,3; 24,3, que presentan a Cristo como Esposo.