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60 Cristo todo lo más desabrido, ahora de Dios, ahora del mundo" (S II,7,5) 9 • En segundo lugar, presenta la noche como el camino de Jesucristo basán– dose en su ejemplo personal, que rehace en una exposición elemental, pero intensa (S II,7,9-11) 10 • Dice introduciendo: ·y porque he dicho que Cristo es el camino, y que este camino es morir a nuestra naturaleza en sensitivo y espiritual, quiero dar a entender cómo sea esto a ejemplo de Cristo, porque él es nuestro ejemplo y luz" (S II,7,9). Asume asi al comienzo de la exposi- 9 Para dar con el alcance cristológico del camino nocturno descrito en esta instrucción (S II,4-8), además de verla a la luz de la introducción y conclusión que la enmarcan (S II,7,2-3 y 8b), debemos ponerla en relación con la exposición del camino de Cristo que sigue, hecha en los mismos térmi– nos (S II,7,9-11): si el hombre puede recorrer este camino es porque Cristo lo ha recorrido. Así, pues, el hombre recorre su camino uniéndose a Cristo, en él y con él: el camino de Cristo es el fundamento, la base del camino del hombre. Como ha dicho S. Gatto comentando S II,7: "Principio di esemplarita essenziale e finale e l'unione ipostatica; principio di esemplarita esisten– ziale e dinamica e la vita del Verbo Incarnato" La comunione con Dio in Cristo, pp. 155-156. De esta forma, no es suficiente decir que en S II,7 se hace una insistencia especial en el misterio de la cruz, uno de los miste– rios de la vida de Cristo, como parece afirmar F. RUIZ, Introducción a san Juan de la Cruz, p. 379. Sólo viendo en S II,7 una presentación del miste– rio de la cruz como misterio único y total, se comprende de qué manera ci– mienta la realidad de la noche dibujada en Subida y Noche. 1 ºEn esta exposición la noche de Jesucristo aparece como fundamento del camino nocturno del hombre. Así, pone la única base que hace posible la identificación del seguimiento de Jesucristo con la purificación del hombre: al recorrer el camino nocturno, Jesucristo ofrece al hombre impotente la posibilidad de atravesarlo apoyándose en él. En este sentido, hay que opo– nerse a S. Castro que afirma que "Jesucristo no es el modelo de la noche", porque "muchas de las pruebas que recaen ahora sobre el alma, no cabe ... poderlas aplicar a Cristo sin detrimento dogmático" Hacia Dios con san Juan de la Cruz, p. 94. Frente a él, se puede afirmar con Giovanna della Croce que "aucune imperfection personnelle n'entachait le Christ; il n'avait done nullement a se soumettre a des purifications actives ou passives. Aussi ne peut-il etre pris comme un exemple dont le comportement nous orienterait au cours de ces épreves et souffrances. Et pourtant il n'est pas absent de la douloureuse voie purificatrice: il est pour l'ame lumiere, guide et en un certain sens, modéle aussi, par sa paciente acceptation de la volonté du Pere, de la souffrance et des renoncements" Le Christ chez saint Jean de la Croix, p. 135. Pero no queda del todo resuelta la dificultad que sólo se acaba de superar integrando el concepto de modelo en el de fundamento.

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