BCCCAP00000000000000000000750

Y sigo soñando. Ya nos hemos muerto todos los religiosos españoles en Venezuela, con la conciencia tranquila de haber entregado lo mejor de nosotros a la· evangelización desinteresada, o con la intranquilidad, quizás, de no haber sabido morir al "ego patriotero". Y ahora los religiosos venezolanos, impulsados por el Espíritu, deciden a su vez romper fronteras y marcharse, con la Biblia en la mano y el amor en el pecho, a recorrer el mundo anunciando la paz. Te pido, Padre, para esos religiosos venezolanos, que también ellos sepan morir a la venezolanidad, para hacerse africanos con los africanos, indios en la India, esquimales con los esquimales. Que si el grano de trigo no muere, queda solo. ¡ Y qué triste la soledad del egoísta que no sabe darse a los demás!. Para los que sigan en Venezuela, sólo dos pet1c1ones, porque no quiero ser demasiado pedigüeño. La primera, que no se olviden de los pobres. Me refiero a los pobres-pobres. Que busquen su ubicación geográfica y espiritual en la cercanía de esas mayorías populares, en los barrios, en los cerros, en las quebradas. Que experimenten la fuerza del Evangelio que nos llega a través de los pobres, como lo experimentabas Tú, Cristo, entre los leprosos, los ciegos, la chusma despreciada por los Sacerdotes y Fariseos. Que surja una nueva geografía para la congregación, con nombres que no aparecen en los mapas oficiales, porque son lugares tan chiquitos que se pierden entre las letras grandes de los nombres de las ciudades. Es la Venezuela de los bajos fondos, no la Venezuela Saudita de los millones de barriles diarios de petróleo. La segunda petición, Padre, es que no abandonen a los indígenas. No se puede ser venezolano ignorando la Venezuela indígena. Los pemones, los waraos, los guajiros, los yukpas, los barí. .. debieran ser siempre nuestros hermanos queridos. Y en medio de ellos, recuperar el mejor estilo del evangelizar cristiano: no como padres, no como jefes, sino como hermanos menores, permitiéndoles ser sujetos de su propia vida, sin fomentar jamás un perenne infantilismo que nada tiene que ver con la infancia espiritual. La venezolanidad, como todas las culturas, es algo más profundo que unos cuantos datos anecdóticos: que si somos alegres u hospitalarios, que si somos amantes de la música, del "cuatro" y de la guitarra. No. La venezolanidad es la hermandad con el pueblo en minúscula. Quien desprecia a los pobres y a los indígenas de Venezuela, no es venezolano aunque haya nacido dentro de estos límites territoriales. La venezolanidad en Venezuela, lo mismo que 73

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz