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Otros recuerdos muy intensos quedan para celebrarlos en la intimidad de la familia, porque la gente importante de Venezuela y de la Iglesia no lo juzgarán nunca importante. Como Abel Pete, dirigente yukpa, amigo de los barí, protector ~e los misioneros, vilmente asesinado. A él sólo le toca el pequeño homenaje del misionero capuchino que en el libro de defunciones anotó: "mártir de la caridad que dio gustosamente la vida en defensa de sus hermanos". La vida de cada día continuó. Los yukpas y los barí siguieron caminando. Dando respuesta a retos y aclarando preguntas. Ha habido momentos amargos como la epidemia de hepatitis beta que tantos indígenas costó; junto a eso, la alegría de las nuevas generaciones. Muy distintas son las cosas de aquel lejano 1942 cuando todo era sólo proyecto. Sin embargo, hay muchas cosas idénticas: la decisión de los capuchinos de encontrar su entorno de menor entre los menores de Venezuela. Esto, realizado en debilidad y flaqueza, en cobardías y vacilaciones ... , pero siempre posible porque es don de Dios. Hay un hecho que destaca en la presencia de los capuchinos en el Vicariato Apostólico de Machiques: hicieron lo que hicieron porque poseían la clara identidad que heredaron de sus mayores. Sólo con esos valores "de familia" celosamente cultivados, fue posible vivir y hacer lo que han hecho en esta porción de Venezuela. 58

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