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No cabe duda que el éxito de la actividad apostólica en la Guajira se ha debido, en buena parte, a que fue regada con sangre desde sus m1c10s. Allí se escribió una de las páginas más bochornosas de la Venezuela del siglo XX. El P. Luis de Jabares era un m1s10nero de 37 años, una persona• sencilla, sumamente sensible, carente de malicia. El 31 de enero de 1948 se presentan en el Centro Misional de Guarero unos guajiros pidiendo el camión de la Misión para hacer un viaje a Maracaibo. El P. Luis, además de prestar el camión hace las veces de chofer. Van, además de los dos guajiros, el P. Luis Rafael Garrido y un criollo no indígena de nombre Juan Redondo. Pasada Sinamaica, desplazándose sobre la salina -no había carretera, al hacer un viraje para evitar un tronco, el camión se va de lado y vuelca aparatósamente. El P. Luis queda malherido con un fuerte golpe en la cabeza y en el pecho, Juan Redondo muere en el acto y a los demás no les sucede nada. El P. Luis da parte a las autoridades de Sinamaica y él es hospitalizado en Maracaibo. Apenas llega la noticia a Maracaibo se desencadena una paranóica campaña de prensa magnificando el hecho y, contra toda ética, atribuyéndole las mil malas intenciones. Los rancios anticlericales y comunistoides, que por esnobismo presumen de intelectuales, aprovechan la oportunidad para desacreditar a la Iglesia y a sus ministros. Se habló de "vulgar asesinato", de "contrabandista", de "franquista camuflado"... Releer las páginas de la prensa zuliana de este primer semestre de 1948 es enfrentarse a una auténtica villanía que avergüenza y sonroja. Los políticos, para complacer a los alborotadores, se ponen en movimiento. El 7 de abril de 1948, la Corte Suprema del Zulia confirma el auto de detención. Al día siguiente el P. Luis es recluído en la cárcel pública, en medio de los presos comunes. Todo esto influyó decisivamente en el ánimo del P. Luis que cayó en una honda depresión. Los médicos ordenaron su traslado al hospital Chiquinquirá. Escoltado permanentemente por la policía el P. Luis desempeña su ministerio sacerdotal en el hospital. Poco a poco la sensatez se va apoderando de la parte sana de la sociedad: el Presidente Rómulo Gallegos visita al P. Luis en el lugar de reclusión, el 18 de abril; el fiscal del ministerio público solicita el sobreseimiento del juicio; el tribunal falla que no hay lugar al juicio... Pero el mal ya estaba hecho: la humanidad del P. Luis estaba destrozada. Cuando la Corte Suprema del estado tramitaba la rehabilitación y excarcelación del P. Luis, éste moría en _el ·hospital, a las seis de la tarde del 21 de agosto de 1948. Con inmenso dolor, sus hermanos capuchinos recogieron sus restos mortales y se los llevaron a Machiques. Su tumba fue un reclamo constante para sus hermanos capuchinos y para la gente sencilla 52

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