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La Guajira La Guajira es un inmenso desierto, mal comunicado, lleno de plagas, carente de agua en verano y un pantano en época de lluvias. Las crónicas aportan datos curiosos: para ir de Guarero a Paraguaipoa (8 kilómetros) se podía tardar un día en carro, por causa del lodazal. Los guajiros apenas si conocían la asistencia religiosa, un cura iba a Paraguaipoa por San José y atendía con más asiduidad la parroquia de Sinamaica. Lo demás estaba en blanco. Aquí fue preciso empezar a hacer todo: levantar iglesias, capillas, residencias... y parejo a esto, empezar con la catequesis elemental, diríamos con el primer kerigma. Poco a poco, sobre todo a partir de los años sesenta, la Guajira fue despertando, las cosas empezaron a mejorar. El eje Sinamaica, Paraguaipoa, Guarero, Guana fue como un vehículo conductor que aportó vitalidad, esperanza, fe y presencia de la Iglesia a toda la Guajira. Aparte de la tarea evangelizadora, la labor asistencial y educativa ha sido realmente pionera. No sólo en tiempos normales sino en las grandes emergencias como las tristemente célebres epidemias de encefalitis equina... Como simple indicativo está la labor de educación sanitaria que las hermanas misioneras impartieron a las mujeres guajiras en torno al control de embarazo y partos. Los capuchinos en la Guajira siempre se sintieron gestores de una labor de Iglesia por eso buscaron y llevaron otras instituciones eclesiales a la Guajira, como es el caso de las hermanas misioneras de la Caridad de Santa Ana y las hermanas Lauritas. Otro indicativo podría ser la tradición pionera del Centro Misional "Santa María de Guana". En un tiempo el primer centro preartesanal exclusivamente indígena, más adelante el primer ciclo básico común exclusivamente indígena y finalmente la primera técnica exclusivamente indígena. En todo esto, los capuchinos tuvieron una parte y las hermanas misioneras de la Caridad de Santa Ana, el resto. Sinamaica, Guarero y Guana, desde el punto de vista educativo han realizado una labor muy amplia y profunda. Se cuentan por centenares los profesionales que echaron las bases de su futuro en las escuelas promovidas por la Misión de Machiques, en la Guajira. Otro tanto podríamos decir de la tarea evangelizadora, si Jesucristo no es un desconocido en la Guajira se debe a la labor desempeñada por esos centros. No fue fácil entender la idiosincracia del guajiro. Hizo falta una buena dosis de "kénosis" para vivir en la Guajira y trabajar pastoralmente en ella sin caer en depresiones y frustraciones, para sentir que a pesar de los esquemas preconcebidos, la fe existe y se propaga... 5 1

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