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protestantes de la Guayana Inglesa se habían establecido allá. Y luego se podían pensar muchas cosas. Ante las posibilidades del caso, Mons. Nistal y el P. Ceferino de La Aldea, Superior Regular, se deciden a subir a la región, a fin de comprobar visualmente lo que allí está sucediendo a espaldas del Gobierno. Después de dos días de viaJe por el río Wei arriba llegan a la bien llamada "escalera". Se trataba de una escala de bejucos, por la que se salvaban los casi cuatrocientos metros del talud perpendicular de la serranía. Monseñor, que no anda bien de salud, no se atreve a trepar por ella y queda entre ascuas esperando las noticias que traerá el P. Ceferino, que sí logra subir hasta arriba, llegar con peligro y miedo al caserío indígena y constató la realidad: Los protestantes de la Guayana Inglesa habían invadido una área de no menos de veintitantos mil kilómetros cuadrados, y bajo las banderas inglesa y norteamericana habían establecido su escuela y capilla entre los indígenas, que, según pudo medio colegir, no se consideraban venezolanos. Con los datos allá recogidos el Vicario Apostólico redactó un informe bien detallado, en el que, después de informar sobre los hechos, solicitaba del Gobierno la pronta erección de Centros Misionales en la región y la fundación de una Inspectoría de Fronteras. A todo ello asintió el Gobierno, considerando lo problemático de tener aquella región incomunicada y desguarnecida. Hay reunión de Misioneros de Upata para notificarles la decisión del Gobierno y de las Autoridades del Vicariato de proceder a la fundación de Centros Misionales en la región del Alto Caroní. Todos se ofrecen voluntarios al nuevo destino. Pero ya estaban elegidos los PP. Nicolás de Cármenes y Maximino de Castrillo, con el Hno. Gabino de San Ramón. Hechos concienzudamente los preparativos -hasta gallinas van en el equipaje- salen de Upata el Vicario Apostólico, Mons. Nistal, con el Superior Regular, P. Ceferino de La Aldea. Se les une el P. Nicolás y Fray Gabino. El P. Maximino queda enfermo en El Callao. Llegan en curiara hasta la boca del río Wei, donde empieza el camino entre la selva con treintaiún kilos de carga a la espalda cada uno, hasta llegar a la Escalera. La remontan todos y siguen hasta Luepa, donde descansan unos días. Aquí se quedan el Vicario 27

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