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La ganadería bien atendida y prudentemente administrada aumentaba visiblemente cada año: ya se pudo asignar a cada pueblo su lote de reses para el consumo general de cada día. El gobernado Centurión en un informe de 1780 dice que en el hato misional había 144.004 cabezas de reses vacunas y unas diez mil de ganado caballar y mular. Lo cierto es que al estallar la guerra y acercarse a la región uno y otro ejército hizo grandes sacas, de centenares a veces, tanto de ganado para el consumo del ejército, como de caballos y mulas para su servicio. La ganadería en Guayana se inició con los hatos misionales del Caroní. En las escuelas misionales, atendidas por los mismos religiosos, los niños hasta los catorce años aprendían todo lo usual en los demás pueblos. Además todos tenían que asistir mañana y tarde a toque de campana a la lección de religión que se daba en .las lenguas castellanas y la propia del grupo indígena de que estaba constituído el pueblo. Para ello los misioneros se cuidaron de componer sus vocabularios, modelos sacramentarios, incluso de sermoniarios, de los que había sus ejemplares en la casa central, donde los que iban llegando los estudiaban e incluso hacía su copia personal para el uso consiguiente. Me llamó la atención un misionero que en una excursión por el interior Caroní arriba usaba tres o cuatro lenguas diferentes para hacerse entender de los distintos integrantes de su séquito. Los principales pueblos del interior de Guayana son los fundados por aquellos misioneros catalanes, fuera de los más modernos, cuya fundación es casi de nuestros días. A qué altura hubiera llegado el desarrollo de Guayana si hubieran seguido su obra los misioneros no es fácil predecirlo. Pero todo se cortó en seco el siete de mayo de 1.817, cuando en San Ramón de Caruachi fueron ultimados los misioneros que no pudieron escapar de la captura. 1 5

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