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Pero el gobernador de Cumaná, apoyado por lo mejor y los Cabildos, prohibe que los capuchinos abarquen y amenaza a tambor batiante con la muerte al que los acepta en su barco. Después de muchos trámites, consultas y cartas a las autoridades religiosas y civiles, se aclaran las cosas y el Rey da orden de enviar nuevos misioneros a Cumanacoa. Aunque las dificultades no terminan, la misión sigue su rumbo expansionista, se integra en poblados los distintos grupos indígenas dispersos en la región asignada a los Capuchinos; renace la tranquilidad, se van fundando nuevos pueblos, se fomenta el progreso a todo nivel. Para el año 1.810 subsistían cuarenta y cinco pueblos fundados por los Capuchinos aragoneses en la región que se les había asignado. III.- p E s T E E N C A R A C A s Los Capuchinos entraron con buen pie en Venezuela. Pero un hecho inesperado vino a confirmar esta fama desde el primer momento adquirida. Cuando llegaban a Caracas los nuevos misioneros Capuchinos para reforzar la ya inc1p1ente misión de Cumanacoa, se desata una peste general en Caracas, Cumaná y Nueva Barcelona. Inmediatamente se pusieron a disposición del Gobernador y Sr. Dean -Sede vacante- para emplearse en el servicio de los apestados, en lo material y espiritual. Incansablemente atendían a los apestados particulares, en el hospital improvisado, al que cuestas, los curaban, administraban los auxilios enterraban los fallecidos. en sus casas los llevaban a espirituales y Fue motivo de edificación para el pueblo y sus autoridades civiles y religiosos no sólo esta servicialidad caritativa para con los apestados sino también la piedad y fervor y devoción a la Virgen Santísima, pues como escribía al Rey el Cabildo eclesiástico "a su instancia juramos en esta catedral con nuestro clero su Purísima Concepción, con ayuno, con su vigilia y fiesta en su día, lo cual también juró de la misma suerte el gobernador con su Cabildo y ciudad". 9

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