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crecen, se organizan y cuentan con los serv1c1os indispensables, los otros se estancan, languidecen o terminan por desaparecer. Un ejemplo lo tenemos en cada una de nuestras tres misiones: Araguaimujo: Cuando en 1.825 llega el P. Santos, apenas si v1vian allí una media docena de familias indígenas. Hoy sobrepasa los quinientos habitantes. Gua y o: En 1.942 estaba formado por un grupo disidente de la ranchería de Murako; hoy cuenta con alrededor de los mil habitantes. Nabas a n u ka: Se formó con matrimonios egresados de los internados de Araguaimujo y hoy es una comunidad bastante floreciente. En cambio, San Antonio de Barima y San José de Macuro desaparecieron, cuando hubo necesidad de trasladar la Misión a Guayo por insalubridad de aquellos lugares. Santa Elena: Cuando se establece la una sola familia extensiva. semidestartalados. Hoy, sesenta una pequeña ciudad de más de Misión en el año 1.931 existía Media docena de ranchos años después, Santa Elena es 10.000 habitantes. Santa Teresita de Kavanayen: Se repite la historia de Santa Elena. Kavanayen ya tiene hoy entre 300 y 400 habitantes. Ka mar ata: Se repite el fenómeno de Sta. Elena y Kavanayen. Wonkén: Lo que comenzó en 1.959 como un simple Centro Misional hoy es un caserío formado, con una escuela artesanal agrícola bien organizada y en pleno funcionamiento. San Francisco de Luepa, en cambio, desaparece como consecuencia del traslado de los Misioneros de Kavanayen. Los Angeles de Tukuko: Al igual que todos o la inmensa mayoría de los Centros Misionales de la nueva etapa Capuchina, cuando se inicia en el año 1.945 no existía· sino solo un rancho. Hoy, aparte de los edificios misionales, cuenta con un caserío en constante crecimiento. Guarero: Repetición de la historia misional. En torno al Centro comienza a formarse la agrupación comunita,ia. 1 1 l

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