BCCCAP00000000000000000000749
Realizar lo que uno se ha propuesto en la vida, constituye de verdad el Exito -no un éxito, sino el Exito-, sólo si lo que se ha propuesto uno, coincide de veras con lo que tiene proyectado Dios. Todos venimos al mundo con un por qué y un para qué. Ni la existencia de un solo ser huma– no puede carecer de finalidad. Dios quiere para cada uno determinada misión o tarea; y la máxi– ma sabiduría de cada cual estará precisamente en acertar con su propio quehacer y poner fer– vorosamente manos a la obra. Pero ¿cómo acertar? Una respuesta cumplida nos llevaría muy lejos... Baste decir ahora, que en conjunto, y como norma práctica, va acer– tando con el proyecto de Dios, quien trata de rendir cuanto puede en la vida, mediante la fiel entrega a las exigencias: de su vocación, cuando se trata de elegir rumbo; de su obligación, cuan– do el rumbo ya está elegido. Puesto que Dios destina a cada hombre para algo, no puede haber éxito comparable al de que ese hombre, en trance de terminar su aventura terrena, esté en condiciones de decir como Jesús: «Acabada queda la obra cuya ejecución me enco– mendaste... En tus manos encomiendo mi espí– ritu» (Jn 17, 4; 19, 30). -¿Cuál es el colmo de la imbecilidad humana? Castroviejo.-Por lo que vemos, el histerismo que desencadenan en un sector de la juventud tipos como los «Beatles» y se1nejantes. De acuerdo, doctor. Pero todo efecto tiene su causa; y no podemos dudar de que la más honda 89
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz