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cialmente valiosa, porque él la vive en el país de los divorcios. Ciertamente, el matrimonio es la consumación normal del desarrollo en los seres humanos. Digo «normal», porque pueden darse casos fuera de la norma común; casos en que, por servir mejor a cosas o causas superiores, el renunciar al ma– trimonio resulte el más acertado camino para la plenitud o perfección. Algo de esto dice el capí– tulo 7 de la Primera Epístola a los Corintios. El matrimonio tiene que descansar, según re– cuerda el doctor, sobre un gran amor mutuo; pero este amor no puede alimentarse únicamen– te de satisfacciones de sentidos, no puede que– darse tampoco en mera naturaleza, por muchos valores que le queramos conceder... Los textos cristianos son bien claros a este respecto. Se re– pite en ellos, insistentemente, el deber del mu– tuo amor, fundado en muy superiores motivos. «Vosotros, maridos, amad a vuestras mujeres, como Cristo amó a su Iglesia, y se sacrificó por ella... Tratad con todo miramiento a la mujer, por ser como un vaso más frágil, dándole el de– bido honor, como coheredera que es también de la gracia de la vida... Asimismo las mujeres estén sujetas a sus maridos, para que si algunos no se rinden a la palabra (del Evangelio), sin palabra sean ganados por el comportamiento de las mu– jeres». -¿En qué consiste el éxito de un hombre? Castroviejo.-En realizar la obra que se ha propuesto. Demos nuestra ancha conformidad a esta con– testación; pero con algunas aclaraciones. 88

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