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Frente a las dificultades, que no pueden faltar, frente a las horas negras, que nadie logra elimi– nar de su calendario, sólo una reacción es de ver– dad cristiana; la de erguirse o aguantar animo– samente, contando, como usted dice, con la ayu– da de Dios. No estamos solos; El existe y El nos ama. «Tengo experiencia de penalidades ... Pero todo lo puedo en Aquel que me conforta», escri– bía con el mejor temple nuestro apóstol San Pa– blo (Fil 4, 12-13). Cuando Dios llamó a Moisés en el Sinaí y le encargó la salvación de su pueblo, esclavizado en Egipto, no encontró prontamente en aquel hombre escogido la adecuada corres– pondencia. Moisés llegó a irritarle por su obsti– nación en presentar dificultades al encargo que se le hacía. Solemne y repetidamente le tenía dicho el Señor: «Yo estaré contigo» ... pero él re– sistía y desconfiaba, como si hubiera de encon– trarse solo y dejado a sus fuerzas en la gran mi– sión (Ex 3 y 4). Lamentable, tal actitud. En cual– quier trance, grande o pequeño, de nuestra vida, Dios estará con nosotros, si nosotros sabemos contar con El. «Quienes ponen su confianza en el Señor, son como el monte Sión, que no vacila nunca, que siempre permanece» (SI 124, 1). -¿Qué piensa del matrimonio? Castroviejo.-Para mí, es el estado perfecto del hombre y de la mujer cuando el aglutinante del amor existe, juntamente con el respeto mu– tuo, la comprensión y la tolerancia. Hoy son ne– cesarios múltiples reajustes para que aun los m.atrimonios mejor avenidos perduren. También aquí tiene un claro fondo cristiano la respuesta de nuestro doctor; y resulta espe- 87
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