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Su mensaje sigue en pie: ¿qué caso se le ha hecho? «Salió el sembrador a sembrar... », dice la pa– rábola evangélica (Mt. 13, 3; Me 4, 3; Le. 8, 5). Sembró mucho, a voleo; pero sólo una cuarta parte del grano cayó en tierra buena y produjo el esperado fruto. Aquel 24 de febrero de 1858, la consigna de penitencia dada por la Virgen, fue repetida por Bernardita, y coreada luego por la multitud. Posteriormente, los periódicos, los li– bros, la radio, el cine, la televisión han ido es– parciéndola más por el mundo... Pero, como en la parábola evangélica, sólo una pequeña parte de la sementera se ha logrado. Muchos deben de pensar: ¿Penitencia? Sí, muy bien; el mundo la necesita, porque ¡hay que ver cómo anda el mun– ,do! Pero ¿quién debe hacerla? ¿Precisamente he de ser yo? Ella lo dijo para todos, y, yo no soy ,de los peores ... ; y, además, pienso algún día... Contra todos los subterfugios, contra todas las ,excusas y dilaciones, sigue resonando la apre– miante declaración de Cristo: «Si no hiciereis penitencia, todos por un igual pereceréis» (Le 13, 1-5). Pocas historias tan bellas, tan de maravilla, ,como la de Lourdes. Pensando en aquel 11 de fe. brero en que empezó -y en los demás días por los que se fue alargando, completando-, pode– mos repetir con la liturgia: «Hoy la gloriosa Rei– na del cielo apareció en la tierra; hoy transmi– tió a su pueblo palabras de salvación y garantías ,de paz... » Amorosamente erguida sobre el rosal de Mas– .sabielle, la Virgen Inmaculada nos está repitien– do la gran lección: la de Cristo, la de los Após-
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