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En la marcha vital del hombre evangélico, un interior ordenamiento será siempre pieza clave; y de aquí, el tener que dar no pocos ratos a pen– sar y orar y meditar. Por eso, Yves Cangar, a quien nadie podrá ta– char de ranciedad medieval o monástica, ha creí– do necesario recordar a los del Congreso Mun– dial de Apostolado de los Seglares (donde algu– nos se movían, me parece, con un cierto desme– dido «furor apostólico»): «Sólo un pequeño nú– mero de cristianos es llamado a seguir de lleno,. esta vía de la 'vida contemplativa'; pero, indu– dablemente, no puede existir vida cristiana se• ria, sin algo de contemplación». -«En los libros se busca a Dios; en la oración se le halla.» 73