BCCCAP00000000000000000000749
nar sino por los caminos de Dios ... Y no son precisame~te esos caminos los que muchos re– corren. Nadie ,ha hecho con mejor tino que Jesús la marcha por este mundo. Por eso, quien se asimi– le su orientación y andadura, tiene plena garan– tía de no demorarse ni caer en extravío. «Seguir– le» es la cifra de todo buen caminar. Ya nos dijo El: «Quien no carga con su cruz y me si– gue, no es digno de mí, no puede ser mi discípu– lo» (Mt. 10, 38; Le. 14, 27). Porque le seguía, San Pablo pudo escribir: «Yo no corro así como quien marcha a la aventura... » (I Cor. 9, 26); y rematar su apretado vivir temporal con estas palabras: «El momento de mi partida es inmi– nente. He llevado bien la noble lucha, voy a fi– nalizar mi carrera... » (II Tim. 4, 7). Pero además de los pensamientos divinamente inspirados, pueden ayudarnos no poco en nues– tra andadura otros más a nuestro nivel, que re– zuman sabiduría de signo cristiano. Por ejem– plo, éstos: -Comenzar es de casi todos; perseverar, de santos. -No llegan los que más corren, sino los que mejor saben a dónde van. -En cualquier camino, el secreto del éxito no está en no caer, sino en no acobardarse, y em– pezar siempre de nuevo. -De trecho en trecho, a lo largo de la vida. Dios ha puesto el dolor... Es para indicarnos el camino del cielo. Me da mucho que pensar el que la obra más importante que se ha realizado en la historia ten- 49 4
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz