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CUANDO NOS DICEN: «TE AMO». M ONSEÑOR Luis M.ª Martínez, el santo ar– zobispo de Méjico, muerto hace años, sin– tió cierta vez a Jesús, que claramente le decía (¿ cómo imaginar la «música» de tales pala– bras?): Te amo. Yo nunca he escuchado así tal declaración. Y sin embargo, sé que me la puedo aplicar. Lo sé con inconmovible certeza. ¿Quién me lo asegura? La Fe. Y hallo la más espléndida confirmación de lo mismo en el aguante que El ha tenido conmi– go. Sólo a quien se ama de lleno, se puede aguan– tar de lleno ... ¿Hay alguno que no esté bien con– vencido de que él mismo resulta terriblemente inaguantable en bastantes ocasiones? Inaguanta– ble para los otros, más inaguantable para Dios. Nunca olvidemos lo de te amo, y tratemos de agradecer a la Fe el saber por ella las cosas más importantes, el tener por ella las mejores seguridades. 36