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TROMPETA, SONIDO Y ESTUPOR T UVE que asistir el otro día a un funeraL Hasta hace poco, la liturgia fúnebre me re– sultaba notablemente pesada; ahora la en– cuentro más fácil de llevar. El otro día no me costó seguir atentamente el canto del «Dies irae», la célebre y estremecedo– ra secuencia que compuso hace siglos el francis– cano Jacopone de Todi. Me impresionó sobre to– do la doble estrofa «Tuba mirum-Mors stupebit» .. Transportado a las últimas horas del Tiempo, al postrer vaivén de la Historia, me parecía estar viendo, sintiendo, aquel «prodigioso sonido de la trompeta, que, en choque de llamada contra los sepulcros de tantas regiones, pondrá en pie a to– dos los muertos, para congregarlos antes el Tro– no». Y me parecía asimismo sentir «el estupor de la Muerte y de la Naturaleza» ante el inesperado rehacerse de los deshechos ... * * * 377

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