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¿NO TIENES NADA QUE DISTRIBUIR? H ACE tiempo el diario madrileño «Arriba» venía publicando caricaturas «intenciona– das», intencionadísimas, del «Orador Insó– lito», creación de Máximo. Cierto día, coincidien– do seguramente con algún nuevo hablar sobre el justísimo y necesario tema de una mejor distri– bución de las riquezas, el Orador Insólito nos sa– lió diciendo desde su típica mesa: «Lo malo es que cuantos abogamos por una mejor distribución de las riquezas, no tenemos nada que distribuir.» ¡Cáustica observación! Y lo que más duele, es que no se puede desmentir fácilmente. Pero la verdad de este desahogo de nuestro famoso orador debe circunscribirse al ámbito del dinero y demás bienes materiales; en un ám– bito superior, hasta los que no tenemos dinero ni cartera para llevarlo, podemos distribuir mu– cho: atención, paciencia, tiempo, servicios, sin– cero afecto ... 35

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